17 de marzo de 1978.
Andrés Guerra Pereda
Alberto Negro Viguera
Asesinados por ETA en la central nuclear de Lemoniz (Vizcaya).
Poco antes de las tres de la tarde hizo explosión una bomba en uno de los tres generadores existentes junto a la vasija del primer reactor. Andrés y Alberto, trabajadores de la empresa Ibemo, contratada en la central, quedaron destrozados. Además hubo catorce heridos y daños materiales cuantiosos.
Alberto era encargado de montajes. Tenía 31 años y tres hijos.
Andrés, ajustador, también casado, tenía 28.
Mª Mar Negro, hija de Alberto, ofrece su testimonio en Olvidados, el libro de Iñaki Arteta y Alfonso Galletero. Vale la pena leerlo. Aquí, algunos pasajes:
"Una de las peores características de la banda terrorista ETA es que emponzoñan, pervierten todo lo que tocan. Puede parecer un hecho menor frente a las bombas, el tiro en la nuca, el "impuesto revolucionario" o la "kale borroka", pero no lo es. La mafia hace lo mismo que ETA, por ejemplo, pero no van por la vida de buenos samaritanos, de defensores de causas nobles. [...] Ocurrió con su postura contraria a la autopista de Leizarán, con su lucha contra la droga o con su defesa antinuclear. En todos los casos recogieron causas que podían ser nobles y justas y causaron estragos, dolor y crímenes de gente inocente. En una de estas luchas, el ataque a la central nuclear de Lemóniz, asesinaron a mi padre, Alberto Negro, y no fue el único.
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La bomba la pusieron en un generador. En ese generador estaba trabajando mi padre y la contrata para la que él trabajaba, que era Ibemo. Todo el mundo dijo que tuvo que ser alguien que estaba dentro de la central o por lo menos que conocía muy bien la ubicación del generador, porque era imposible llegar hasta allí a menos que se conociera el lugar preciso.
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Yo estaba en casa, con mi madre. Estaba fregando mientras escuchaba la radio. De pronto oí que había estallado una bomba en Lemóniz y no sé si la intuición que tuve la tiene todo el mundo, pero en aquel momento ya me temí lo peor.
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Fueron unos días terribles. La casa llena de gente, y no me refiero a familiares y amigos, sino a gente extraña a la familia, representantes sindicales, políticos, periodistas, telegramas, llamadas de teléfono. De pronto apareció un cura. Era un cura muy conocido en Portugalete y le recbimos con los brazos abiertos porque pensábamos que venía a darnos el pésame, a consolarnos. La sorpresa fue mayúscula cuando se identificó como emisario de la organización terrorista. Venía a decirnos que cuando ETA puso la bomba no tenía intención de que muriera ningún trabajador [...] Le pedí que se marchara inmediatamente de mi casa y nunca más he vuelto a tener ningún contacto con él.
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Pasaron tres días y todo el mundo desapareció. Sobre nosotras cayó la soledad más absoluta. Era como si no hubiera pasado absolutamente nada.
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En aquel entonces yo no trabajaba, estaba en paro y tenía dos hermanos, uno de 14 años y otro de cuatro. Nuestra situación era preocupante. Pero yo podía ponerme a trabajar y ambas empresas, Ibemo, en la que trabajaba mi padre, e Iberduero, me habían ofrecido trabajo públicamente. [...] me dirigí a la empresa para la que trabajaba mi padre. Era allí donde, según creí, encontraría un apoyo más sincero y cercano. [...] La persona que me recibió me dijo si yo me creía todo lo que salía en los periódicos y que los tiempos no estaban como para dar trabajo a cualquiera, que sentía mucho lo de mi padre pero que para mí no había trabajo. [...] En Iberduero me recibieron bien. Y aún sigo trabajando en la empresa.
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Yo nunca supe quién había sido el que mató a mi padre, pero hace cosa de unos años, un compañero mío de la oficina, leyendo la prensa me dijo: "¿Has visto esta noticia?" y me enseñó un recorte de prensa pequeñito en el que se hablaba de que uno de los autores del atentado de Lemóniz había salido a la calle y que era el preso de ETA que más tiempo había estado en la cárcel. Ese fue el único conocimiento que tuve, sin buscarlo y totalmente accidental.
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La Audiencia nunca te informaba de nada. Tú vivías aislada, con tu dolor y tu vida y dependías muchas veces de la casualidad para enterarte de la existencia de ayudas o cambios legislativos. [...] descubrí que en el año 87 se promulgó una ley que duplicaba las pensiones de las víctimas y, mira tú por donde, me entero de que no se avisó prácticamente a ninguna víctima.
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Así es como llego a COVITE. [...] Creo que ha sido una de las mejores cosas que he hecho, porque pertenecer a COVITE me ha ayudado mucho y porque creo que puedo ayudar a gente que lo está pasando muy mal."
También podemos oírla en Testimonios de víctimas.
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17 de marzo de 2001
Santos Santamaría Avedaño
Asesinado por ETA en Roses (Gerona).
Santos era mosso d'esquadra. Poco antes de las once de la noche, un coche bomba hizo explosión en la urbanización Santa Margarida, frente al hotel Montecarlo. Varias llamadas a la Ertzaintza, GARA y Asociación Ayuda en Carretera del País Vasco avisaron del coche bomba. Explotó antes de lo anunciado y alcanzó a Santos y a un policía municipal mientras establecían el cordón de seguridad. Ambos fueron trasladados al hospital de Figueres. Santos murió pocos minutos después de ingresar.
Tenía 32 años.
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Un abrazo a las familias de Alberto, Andrés y Santos.
Otro a los heridos.