13 octubre 2006

13 de octubre de 1978.

Ramón Muiños Fernández
Elías García González

Agentes de Policía. Asesinados en Bilbao.
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13 de octubre de 1980

Lorenzo Motos Rodríguez, teniente coronel del arma de ingenieros

Asesinado en San Sebastián, un lunes.

Lorenzo Motos había salido de su domicilio, en un bloque de viviendas militares de la avenida Sancho el Sabio, vestido de paisano, poco antes de las diez de la mañana. Tomó su automóvil, un Seat 133 rojo, matrícula SS-8559-G, y se dirigió hacia el paseo de Vizcaya, paralelo al río Urumea, para trasladarse a los cuarteles de Loyola, donde se encuentran las dependencias del Patronato de Huérfanos. Cuando apenas había recorrido unos metros, el automóvil se detuvo ante un semáforo, en la confluencia de la avenida de Sancho el Sabio y la plaza de Álava. En ese momento, tres individuos situados junto al semáforo dispararon ráfagas de metralletas contra el vehículo y echaron a correr en dirección al puente de María Cristina.

Lorenzo Motos recibió tres balazos, uno de los cuales le alcanzó de lleno y le destrozó el cuello, provocándole heridas mortales. Otros dos proyectiles se alojaron en el tórax. En el automóvil se pudieron contar más tarde hasta dieciocho impactos de bala en la parte delantera del lado izquierdo.

Lorenzo quedó en el automóvil desangrándose, rodeado de curiosos, hasta que acudió una ambulancia de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA), avisada por un testigo de los hechos. Trasladado a la residencia sanitaria de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu, ingresó cadáver.

La policía sólo pudo hacerse con seis casquillos de bala marca SF, de nueve milímetros Parabellum, debido a que algunos curiosos los habían recogido por su cuenta de la acera.

Lorenzo tenía 61 años. Su mujer, 55. Siete hijos.

Uno de los hijos, José, 18 años cuando mataron a su padre, habla de su madre en una entrevista a cargo de Katuarrainak, recogida en BASTA YA: "Mi madre pasó momentos muy duros, llenos de soledad y de incomprensión, pero le echó mucho valor y salió adelante."

Sobre aquel día, José: "Ocurrió un lunes, el 13 de octubre de 1980. Yo estudiaba en una academia, me levanté temprano, me despedí de mi padre que salía de casa algo más tarde. A las 10 de la mañana yo ya había acabado unas clases y estaba en la calle Urbieta con unos amigos hablando cuando apareció otro chico, que no me conocía, contando que había habido un atentado en Amara. Acababan de matar a un militar. Fue una forma cruel de enterarme, aunque no sé si existe alguna mejor para estos casos. Yo pregunté con interés, no porque pensara que pudiera ser mi padre, sino por saber si se trataba de una persona conocida. "Es el padre de un jugador de baloncesto, del Askatuak, Motos." De repente te cambia todo, no recuerdo mi reacción. Sólo sé que salí corriendo, disparado hacia mi casa, a sprint. Cuando llegué hacia el Parque de Amara y vi que no había nada, ni policías, ni movimiento que me confirmara que ahí había pasado algo, pensé que se había equivocado. Subí a casa y en cuanto abrí la puerta del salón, me di cuenta de que sí había pasado… A partir de ahí, fue todo muy rápido, una pesadilla. Muy tétrico. Tan rápido que no daba tiempo ni a asimilar. No sé ni si lo he asimilado todavía."

Recomiendo leer la entrevista completa. Rescato el final:

P. ¿Se puede perdonar?
R. "Yo no perdono, cómo voy a perdonar a alguien que se ríe todavía de mí, que tiene una actitud insultante, que no reconoce el error. No conozco a nadie que diga "estábamos equivocados", siempre se justifican, hasta cuando matan por error."

P. ¿Qué es lo que necesitarías para sentirte en parte reparado?
R. El daño está ahí, es muy difícil. Mi drama personal está rodeado de un problema político muy grande que, siendo realista, sé que no se va a arreglar y si se arregla será con condiciones muy generales, que a mí no me van a satisfacer. ¿Alguien va a reconocer que se equivocaron asesinando ciudadanos? Eso sería reconocer que han sido asesinos y ellos se consideran patriotas Hablan de negociación, pero ¿qué es la negociación? En toda negociación hay intercambio y ¿qué tienen ellos? Sólo los muertos, su capacidad de destruir, esa es su moneda de cambio. "Tú me das este territorio y yo dejo de matar". Así que partiendo de ahí, yo sé que no voy a ver nunca una conversión del mundo nacionalista, de los que giraron la cabeza hacia otro lado (aunque estos, según cómo y desde donde sople el viento encuentran justificación para todo), de los que los apoyaron y mucho menos de los diseñadores y ejecutores de los asesinatos. Estos últimos quizás no puedan seguir matando porque algo ha cambiado, pero dudo de que exterioricen su arrepentimiento. Es un mundo muy monolítico desde el punto de vista de los sentimientos, e integrista y fanático en muchos sectores.

P. Pero alguna esperanza verás…
R. Sencillamente, que no puedan cometer mas crímenes.
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13 de octubre de 1983

Ángel Flores Jiménez, guardia civil

Asesinado en Rentería (Guipúzcoa).

A mediodía de la tarde de un jueves, en la calle Norberto Almadoz, barrio de Berauz, donde vivía, dos individuos a cara descubierta, armados con pistolas, dispararon contra Ángel, alcanzándole en el cuello. Murió prácticamente en el acto. Los agresores se dieron a la fuga en un vehículo robado a punta de pistola una hora antes.

Nacido en San Martín de Pimpollar (Ávila). 44 años de edad, casado y padre de cinco hijos.
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Elías, Ramón, Lorenzo, Ángel.

Al menos, dos viudas, doce hijos. Cuatro familias celebran hoy un aniversario doloroso.

Un abrazo para todos ellos.
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Esto es lo que dijo Maite Txumia sobre Lorenzo Motos en el blog de Rosa Díez:

[24] Maite Txumia | 13.10.06 10:48 am

Al ser esta (San Sebastián), una ciudad pequeña, 180.000 habitantes, es fácil que nos conozcamos muchos. Yo he tenido la suerte de conocer por variados motivos a varios de los Motos. Todos gente inteligente y buena. Alguno miembro activo de Basta ya. Pero lo que quiero decir es que el coronel Motos dejó una huella de hombre que trabajó por el bienestar de los soldados del cuartel de Loyola, donde en aquellos tiempos había miles de jóvenes que cumplían el Servicio Militar. Creó normas para suavizar en gran medida la dureza de aquella situación y la gente le quería. Sirva esta pequeña nota en homenaje a aquel gran hombre, eliminado estúpidamente por algun asesino descerebrado y cobarde.
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Gracias a Maite por su testimonio.

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